De Paolo Febbraro ha escrito el crítico Alfonso Berardinelli que es «actualmente uno de los mejores poetas italianos. Tiene una mente original, compleja y laberíntica que bordea de continuo el caos, lo inaferrable y la locura, pero justamente por ello realiza acrobáticos ejercicios del más espinoso raciocinio. Explorando terrenos mentales inexplorados, o tal vez insensatos, Febbraro busca en todo momento una lógica por muy ilógica que pueda resultar». Y es que en Paolo Febbraro no solo se da una profunda vocación crítica, abierta y rigurosa (tal y como demuestran sus inteligentes textos sobre Aldo Palazzeschi, Umberto Saba, Primo Levi y Seamus Heaney o su soberbio ensayo L’idiota. Una storia letteraria), sino que esta actitud reflexiva se vuelve incluso más acusada cuando encara su propia producción poética, marcada por una profunda, pausada y meditada atención a cada uno de los detalles y capaz de dotar a su poesía de un inusual carácter orgánico y una notable profundidad.
Ello le permite, como señala Berardinelli, ofrecer una poesía que se distingue por «un modo totalmente particular, civil, racional y selvático, a fuerza de exceso de honestidad, de desmontar los escenarios cotidianos y de sobrepasar a ultranza aquello que comúnmente es objeto de fe ciega».
Deslizándose de este modo en la sutil y siempre arriesgada línea que separa lo metafísico y la más personal experiencia de lo cotidiano, retorciendo en ocasiones el lenguaje para obligar al lector a una atenta y extrañada lectura necesaria para entrar en su particular visión del hecho poético, Febbraro se expone en cada verso con una desnudez, una inteligencia y una lucidez pocas veces alcanzada en la poesía italiana actual.
Tanto en los poemas más decididamente personales, en los que bucea sin escafandra por los más oscuros meandros de su historia personal, como en aquellos más descriptivos y –solo aparentemente– más directos, los poemas de Febbraro nunca dejan indiferente al lector.
Para Paolo Febbraro la palabra es, antes que nada, una preciada herramienta de conocimiento... el verso, una ocasión para desmontar el mundo, ir más allá, y traernos de vuelta la insólita realidad que se oculta tras las habituales convenciones.
Estando como está totalmente alejado de la más que extendida poesía exhibicionista y consolatoria que caracteriza buena parte del panorama poético contemporáneo (externamente bien presentada, pero carente en su centro de ideas, de cuerpo, de un mundo propio), los poemas de Febbraro son en primer lugar, más que una desafiante propuesta al lector, el reflejo de una lucha constante entre forma y fondo, el resultado de la necesidad imperiosa de entender la realidad para plasmar, con letras de molde y del modo más preciso posible, el inefable, laberíntico y perturbador asombro que experimenta una aguda inteligencia erguida frente al mundo.
¿Cómo si no entender algunos de sus poemas?
PAOLO FEBBRARO (Roma, 1965) es autor de cinco colecciones de poesía y de una extensa obra como crítico, antologador y ensayista, con volúmenes dedicados a Aldo Palazzeschi, Umberto Saba y Primo Levi. Su obra en prosa más orgánica hasta la fecha es L’idiota. Una storia letteraria (2011), a la que siguió cuatro años más tarde el ensayo Leggere Seamus Heaney (2015), conjunto de textos en prosa y versos del poeta irlandés, muchos de ellos traducidos por primera vez al italiano. Ha colaborado con ensayos y reseñas en publicaciones como Annuario di poesia, fundada y dirigida por Giorgio Manacorda, para la que ha editado los volúmenes que van desde Poesia 2006 hasta Poesia 2012. Como traductor destaca la edición de La strada presa. Poesie scelte (Elliot, 2017) del poeta inglés Edward Thomas y la colección Angel Hill de Michael Longley (Elliot, 2019). En la actualidad es redactor de la revista L'età di ferro. Su último libro de poemas publicado es La danza della pioggia (2019). Toda su producción es inédita en castellano a excepción de la obra en verso y prosa Il Diario di Kaspar Hauser (2003), traducida por Bruno Mesa para Ediciones La Palma (2015).
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